SATISFACCIÓN EN EL RESTAURANTE La manera más obvia de comprobar la satisfacción de un cliente en el restaurante es verificar si repite visita, pero ese sistema de medición no es aplicable si el comensal está de viaje en destino. Los efectos de hacer las cosas bien se notan a largo plazo y si un cliente queda contento puede que no vuelva en unos meses simplemente porque hay otros sitios a donde ir o por motivos de lo más variado, tales como ajuste presupuestario, divergencias de opinión con la pareja o los amigos acerca del lugar donde comer o por probar otras opciones. Eso sí, el cliente satisfecho es nuestro mejor propagandista y el cabreado se convierte en enemigo difamador. Incluso cuando todo sale bordado durante mucho tiempo, hacer que los clientes repitan o que lleguen otros nuevos es una tarea misteriosa. La variable más influyente es, sin duda, el precio. Los comentarios tradicionales sobre que tal o cual restaurante es muy caro pero muy bueno y merece la pena puede tener algo
El título del artículo responde a una cita filosófica que tiene mucho que ver con el devenir de las cosas. Un buen día el emprendedor monta un negocio y el tiempo comienza a pasar inexorablemente. Primero llega la amortización y luego los beneficios, pero también el envejecimiento de todas las cosas y la necesidad de renovación. Los hay que poco a poco van incorporando modernidades y también hay quien permite que el establecimiento parezca un escenario de la serie “Cuéntame” hasta que no queda más remedio que hacer una renovación integral o bien cerrar. Las modas van y vienen y resulta posible incluso determinar de qué año data un local por el uso de los materiales y los elementos decorativos. Es complicado ser intemporal porque la pátina del tiempo siempre se deposita sobre los materiales. En el caso de los hoteles, los clientes eligen en función de varias características, tales como la categoría medida en estrellas, la ubicación y los servicios que ofrezca, pero cada vez más se inspe